¡Qué bonito es el amor!

Parece que poco a poco me estoy convirtiendo en un ermitaño, como esos hikikomori, esos estúpidos japoneses que, aburridos de la vida y de la sociedad, se autodestierran a su habitación. Lo digo porque parece que para verme, mis amigos tienen que venir a verme a mi casa. Joder, es que llevo tanto tiempo de retraso y tengo tanto que aprender! Fin de año está a la vuelta de la esquina y aún quiero ponerme con el Visual C# antes de que llegue! Pero vamos, el día de año nuevo voy a reventar la fiesta. Ya me han empapelado parte de la cena ("Mode Homer ON" >> Coctel de gambas... Aaaaarrrrrhhhhhh >> "Mode Homer OFF") y la cosa promete, si no divertida, interesante por las partes implicadas.

Aparte. Ayer tarde uno de mis mejores amigos (si no el mejor) me vino a contar lo que le había sucedido en las últimas semanas y que yo, por culpa de mis movidas con los madriseros y mis ires y venires, me he perdido (no me lo perdonaré nunca!). Y es que este soltero de oro ha encontrado el amor. ¿Hay algo más maravilloso que encontrar el amor correspondido? En la kdd anterior algunos de mis colegas manifestaban sus carencias afectivas y eso que eran buscadores activos de pareja. ¿Hay algo que acojone más a una tía que un friki informático buscando novia, o rollo? Debe haberlo, pero a mi ahora no se me ocurre. En estos casos se cumple aquella máxima, no sé de quién (imagino que la madre experiencia), que dice "la felicidad no se busca, se encuentra". Y es que es así, en cuanto dejas de proponertelo, va y un día viene el amor de tu vida. A lo mejor llevas una racha de enamoramientos, búsquedas infructuosas y desengaños. Y tras un intermedio de inactividad consensuada entre tu corazón y tu razón, sin proponértelo un día encuentras a alguien con quien compartes una compenetración tácita y plena.

Mi amigo C, tras muchos problemas y desengaños, ha hallado ese tesoro en la tierra de las madalenas. ¡Se lo merece! Parece que las chicas de este pueblo son idiotas, joder. Han dejado escapar a la joya de la corona, al último de los mejores. Ahí les den, por estúpidas. Ayer no se lo pude decir con las prisas, pero mi corazón, falto de alegrías en estos últimos días, ha recibido una ducha de júbilo con su visita y su relato de lo sucedido. Te deseo la mayor de las felicidades. Ni loterías ni papanoeles ni santaclauses ni reyes, no hay mejor regalo que el amor.