martes, 29 de abril de 2008

Vivan los novios

Hoy ha sido festivo en Japón (día de Shôwa, 昭和の日) y he ido con unos amigos de mi colega Shinjin a dar una vuelta por el parque Yoyogi (代々木公園, donde celebré el o-hanami a principios de mes), y al entrar en Meiji Jingu (明治神宮), un templo shintô bastante grande al norte del parque, pudimos ver la salida de la celebración de una boda al estilo japonés (和風結婚式). Qué suerte!


Si hacéis clic sobre la foto podréis verla más grande. La avalancha inicial de gente sacando fotos se hizo insoportable, por eso no pude acercarme más, hasta que me impuse un poco y obtuve algunos detalles del evento. Imagino que a los novios no les haría mucha gracia que su boda se convirtiera en un evento de interés turístico, el templo estaba lleno de extranjeros. Podéis ver mejor en la siguente foto cómo son los trajes de boda tradicionales.


Lo que más me llama la atención es que, aparte de las diferencias culturales entre el Japón antiguo y Occidente, cómo coinciden los colores de los trajes de los contrayentes: el novio de color oscuro, negro, muy elegante, porque antiguamente el color negro era un tinte muy caro para la ropa (recordad a los Austrias españoles que siempre salían de negro, era un símbolo de poder y riqueza); la novia, por supuesto, de color blanco, con el significado de pureza, virginidad, creo... Es curioso que en China sea el color del luto, no sé por qué. ¿Alguien lo sabe?

domingo, 27 de abril de 2008

Ecoris (エコリス): añorando a Pikmin...

Este post va para los más viciados.


Hace varios años que vi un anuncio en japonés sobre un videojuego que me pareció muy interesante. Se llamaba "Pikmin", y sólo existía para GameCube. Como no sé cómo resumirlo de la mejor forma, me limitaré a hacer un "copy-paste" de lo que introduce la Wikipedia:
"En él encontramos a los Pikmin, unas criaturas que crecen de una manera similar a las plantas. Son muy simpáticas, y ayudarán a Capitán Olimar y Louie (éste sólo en la segunda entrega) a superar sus problemas. Hay Pikmins de distintos colores, dependiendo de la especie que sean. El juego toma lugar en un planeta muy similar a la Tierra, el cual está lleno de basura. En cualquier caso, lo que caracteriza a esta saga es su original modo de juego, en el cual controlamos un mini-ejército de Pikmins a lo largo de diferentes misiones."
El anuncio que vi en su día es este:




El anuncio de la segunda parte, "Pikmin 2", un tanto ñoño:


La cancioncilla explica la funcionalidad de cada tipo de Pikmin:
赤ピクミンは火に強い (el pikmin rojo es resistente al fuego)
青ピクミンは溺れない (el pikmin azul no se ahoga)
黄ピクミンは高く飛ぶ (el pikmin amarillo vuela alto)
紫ピクミン 力持ち (el pikmin violeta es un forzudo)
白ピクミンには 毒がある (el pikmin blanco... es venenoso)
個性がいろいろ ピクミン2 (muchas capacidades distintas en Pikmin 2)
El anuncio de la segunda parte que salió para los USAs me parece un poco humillante, pero también divertido:



La idea me pareció muy original y divertida, aparte de que el diseño del juego era atractivo y parecía adictivo. Estos juegos en los que hay que controlar a muchos personajillos al mismo tiempo en colaboración (recordad al ya mítico "Lemmings", "The Three Vikings", el "Warcraft" original, "Age of Empires"...) siempre me han enganchado hasta límites peligrosos para mi integridad social.
Desde que adquirí mi primera Nintendo DS, he echado de menos una versión para esta consola (con la pantalla táctil la jugabilidad aumenta para estos juegos) o alguno similar. Parece que mis súplicas se han escuchado, y de casualidad (como casi todo) he encontrado el juego "Ecoris" (acertada traducción por lo comercial, pero incorrecta del japonés エコリス, "Ecorisu", o Eco-ardillas). Fijaos en lo similar de este juego con Pikmin:



En este juego tenemos mucha más variedad de criaturas que en Pikmin, pero en los primeras misiones sólo disponemos de tres: "ecorisu", ardillas rosas que plantan y cuidan árboles (de los que obtenemos maná, que usaremos para poderes especiales); "ecomon", ardillas voladoras azules que pueden mover cosas por el aire y pueden ser realmente fuertes; "ecobii", castores amarillos, que a modo de un cuerpo de ingenieros costruyen puentes, rampas y pasarelas. El resto parece que son versiones de estas tres.
Según he podido leer, el juego se ha hecho con marcado carácter ecologista, con la colaboración de la WWF (Fondo Mundial para la Naturaleza, "ADENA" en España), en contra de la destrucción masiva de las masas forestales.

Aunque difiera en diseño, el argumento y el estilo están claramente inspirados en Pikmin. Parece ser que este mes que entra (mayo del 2008) saldrá la primera versión del juego para Estados Unidos; a partir de ahí, no tardará en llegar a Europa.
Si pensáis que me vicio mucho, pues ¡ea!, voy a ver si me curro alguna traducción del vídeo anterior. Que no se diga...

lunes, 21 de abril de 2008

Procedimiento de compra en Japón

Uno de los aspectos que más diferencian a Occidente de Japón es el trato al cliente. Aquello de "El cliente siempre tiene la razón" deja de convertirse en una frase hecha para ser una realidad, llevada a veces a estremos irrisorios para mentes no preparadas. Aquello de que entres en un restaurante y al primero del staff que grita "いらっしゃいませー!!" (irasshaimase, bienvenido) les sigue el resto a coro (se oyen hasta los irasshaimase de los cocineros al fondo)... y no sólo en los restaurantes: en los supermercados y hoy, flipadlo, me ha pasado en el banco. Todas las cajeras gritando el palabro, me ha parecido kinda bizarro.
Donde más se nota la diferencia es al pasa por caja y pagar. Supongamos que vamos a una tienda de éstas donde tienen de todo, los Convenience Store, o konbini, como se les llama aquí (hay tantos como máquinas expendedoras).
Veamos cómo sería el procedimiento de compra de, por ejemplo, España.
  1. Llegas a la caja con el producto, guardas cola (si la hay).
  2. Cuando llega tu turno el cajero (o cajera, con más frecuencia) te saluda (¡a veces!), coge el susodicho, lo pasa por el scanner y mientras te dice el precio total (también a veces!) lo mete en una bolsa.
  3. Tú le pagas y te devuelve el cambio. Controla, que la cagan muchísimo y siempre te devuelven de menos. Ya decidiré yo si los céntimos de euro los tiro a la calle, no decidas por mí, anda.
  4. Por ahí está la puerta ¿no?, pues aligerando que hay gente que espera en la cola.
Veamos ahora cómo es el procedimiento más común en Japón (en los comercios más pequeños se suelen comer algún paso):
  1. Llegas a la caja y, si hay cola, esperas religiosamente.
  2. Cuando llega tu turno, el cajero (o cajera) te dice un "お待たせしましたー!" (omatase shimashita!, perdone ud que le hayamos hecho esperar) mientras coge tu compra.
  3. Si tienes más de un producto, en algunos sitios van diciendo los precios por separado a medida que pasan por el scanner (lo hacen, por ejemplo, en los Family Mart a los que voy a veces).
  4. Te dicen el total siempre acompañado de su "お願いします" (onegai shimasu, por favor).
  5. Tú pones el dinero en una bandeja especial para ello. No es siempre así, pero sí en la mayor parte de los sitios con cierta importancia, franquicias, etc: ¿se intenta minimizar el contacto físico directo con el cliente, o es porque el dinero es el principal difusor de gérmenes patógenos? Cruel dilema!
  6. Cuando el cajero coge el dinero de la bandeja, lo cuenta y te dice exactamente lo que le has dado. Esto es genial! Me parece de una prudencia excepcional, fuera equívocos con lo de que "No tío, que yo te he dado un billete de 500 euros!" Si no dices nada, sigue el procedimiento. Si das un billete grande en un konbini, el cajero lo muestra a los compañeros (para que haya más testigos).
  7. En las franquicias, konbini y grandes almacenes el cajero te pregunta si tienes la tarjeta de puntos o la cartilla para sellarte. Esos sistemas de fidelización de clientes, funcionan por todas partes. Qué pesaos!
  8. El cajero coge el cambio y lo cuenta delante de tus narices sobre la palma de su mano extendida. En un konbini, si el cambio es grande e implica billetes, primero cuenta el cambio delante de los compañeros (por lo de antes), luego te da el cambio con los billetes y finalmente con las monedas.
  9. A veces lo meten en bolsas y a veces no. En los supermercados lo hacen sólo con compras pequeñas. Si has comprado media tienda, te vas a unas encimeras donde están las bolsas y la peña se toma su tiempo para colocarlo todo bien. En las tiendas pequeñas, además, te ponen en la apertura de la bolsa una pequeña tira de cinta adhesiva (creo que es para que nadie pueda fisgar qué has comprado, o reprimir a manos amigas de lo ajeno, no estoy seguro).
  10. Te vas contento! Mientras escuchas a tu espalda el "お待たせしましたー!" (omatase shimashita!) del paso 2, dicho al siguiente cliente (si lo hay).
Eh! Ahora vas y lo cascas!
Y nosotros vamos presumiendo de simpáticos y amables.

Primer finde de marcha tranquila

Siempre es interesante conocer a gente nueva. La experiencia ha sido inolvidable. Y cualquier ocasión es perfecta para practicar japonés.


Y no pienso contar nada más...

miércoles, 16 de abril de 2008

Rodando una película

Ayer vi algo que dudo que pueda volver a ver otra vez, al menos en estos tres meses en Tokio: el rodaje de las tomas de una película en la estación de Shinagawa (品川駅). Fui de casualidad para comprar un billete de tren hacia Kansai y me encontré con algo similar a esto:

La película parecía un thriller: una mujer de importancia (alguien con aspiraciones políticas) que arengaba a un grupo de seguidores vitoreantes, y en mitad del barullo recibe un disparo, seguido de muchedumbre en estampida. Tardaron cerca de hora y media en rodar estas tomas. Afortunadamente hice amistad con alguien relacionado con el evento que estaba cerca y me iba contando todo lo que iban haciendo: las instrucciones que daba el director al staff, los movimientos de la producción, etc. Aquí podéis ver a alguien de seguridad redirigiendo a los clientes de la estación hacia otra entrada.

Os tengo que pedir perdón por la calidad de las fotos: no sé qué le sucede a la cámara, pero por algo de la configuración salen con un granulado grueso. Espero poder solucionarlo pronto y así proveeros de mejores imágenes.

domingo, 13 de abril de 2008

Lengua de gato

Una advertencia sobre las comidas en Japón: "caliente" no significa lo mismo que en España, sino más bien es traducible por "ardiendo", y "muy caliente" como "quemaduras de tercer grado". Aquí los comestibles y bebestibles calientes se toman muuuy calientes, tanto que hay que tener un callo en la lengua para poder degustarlo tranquilo. Y si no estás acostumbrado, lo que os pasará es lo que tengo yo ahora: la lengua de gato o nekojita (猫舌), esa sensación de lengua rasposa porque las papilas gustativas se han endurecido al verse agredidas al contacto cor una temperatura muy alta.
Por el momento, intento no comer en casa: aprovecho cualquier paseo para acabar en un restaurante cercano. Hoy he ido a uno en Togoshi Ginza (戸越銀座, en el barrio de Shinagawa,品川区, donde resido) donde servían todo tipo de don (丼), o tazón grande con arroz al que se le puede añadir mil cosas distintas por encima. Pueden ser platos muy completos y realmente baratos: por donde yo vivo, los más caros apenas superan los 6€. Mis preferidos son el katsudon (カツ丼, con un filete de cerdo empanado por encima, llamado tonkatsu 豚カツ, y una salsa especial que me encanta) y el oyakodon (親子丼, don "padre e hijo", porque lleva huevo y pollo). Hoy me he decantado por un ebidon (海老丼, don de gamba, que aparte incluía muchas verduras). La nekojita ha sido inmediata.


Imagino que aún me quedan muchas horas de tomar sopa de miso, té caliente y cientos de dones, para alcanzar a tener el paladar soldado de los cipangueses. De momento, me río de mí mismo frotando la lengua con el cielo del paladar. Ah, por cierto! Si caliente significa "ardiendo"... tened mucho cuidado con los currys que pongan "picante", siempre y cuando no tengáis un estómago acostumbrado a bombas mexicanas y a chiles texanos.

sábado, 12 de abril de 2008

Diga patata

Los japoneses también preparan la maquinaria para la Feria de Abril?!?

(Foto tomada en una obra a cinco minutos de mi residencia, en Nishi Shinagawa)

viernes, 11 de abril de 2008

Se pasaron de moda los pañuelos?

En lo que llevo de tiempo aquí en Tokio ya he estado tres veces por Akihabara 秋葉原, la Ciudad Electrónica, el alma mater de los nerds, otakus y frikis más variados. Nunca defrauda: está llena de tiendas de videojuegos, DVD's de anime, miniaturas, juegos dôjinshi (同人誌, de aficionados, casi todos eróticos) y cafeterías donde las camareras van con trajes de criada francesa (faldita corta de encaje con volantes, cofia y delantal a juego), lo que se llama メイド喫茶 (cafetería maid). Aún no he entrado en ninguna, pero pronto lo haré.
En casi dos años desde la última vez que estuve, ha cambiado muy poco. La calle central (中央通、chûôdoori) tan bulliciosa, su música por todas partes, pantallas con demos de los últimos videojuegos y DVD's, sus frikis andando sin rumbo fijo, los grupos de guiris que no se enteran de nada y buscan videocámaras a precio de saldo, los relaciones públicas intentando meterte en su tienda o repartiendo panfletos de propaganda... ¿Eeeh? ¿Sólo panfletos? ¿Y los pañuelos de papel? ¿Qué ha pasado con ellos?
Hace dos años conseguí, durante siete visitas a este barrio, hasta nueve paquetes de pañuelos, uno de ellos incluso eran toallitas húmedas, con la propaganda del negocio. Esta vez, he tenido que subir hasta Ueno 上野 en el barrio de Bunkyôku 文京区, y cerca de la Tôdai 東大 (la universidad más dura de todo Japón y una de las más innacesibles del mundo) alguien me ofreció pañuelos, que gustoso acepté. Pero en Akihabara, ya no... parece que se han cansado de proveer al personal de báddere. Qué cosas...

jueves, 10 de abril de 2008

Karasu no o-hanami

Es normal que, tras un macro-botellón como el que se montó el sábado-domingo en el parque Yoyogi 代々木公園, la cantidad de basura acumulada sea enorme. Los lunes los servicios de recogida y limpieza tuvieron jornada intensiva, procurando dejar listo el parque para las visitas que, aunque escasas por el mal tiempo de esta semana, aún se seguían haciendo. Aparte, Japón genera muchísima basura (en el buen sentido), porque sus productos están sobre-empaquetados.


No sé cómo será en el resto de Japón, pero en Tokio los amos de la calle son los cuervos (烏 karasu). Los ves por todas partes: posados en los edificios, en los postes, en los semáforos... pero sobre todo en los parques. Las bandas de cuervos, descarados y ruidosos con su "ga-ga" y su "aho-aho" (imbécil-imbécil), dominan el paisaje urbano de la metrópolis. Los que hayáis visto un cuervo de cerca coincidiréis conmigo en que es un animal que impone, grande y negro azabache, con ese pico amenazante y esos ojos profundos.
Y el lunes era su festín: rompían las bolsas preparadas para que las llevaran los camiones del servicio de basura y desperdigaban todos los desperdicios, buscando lo que los humanos habían despreciado con tanto desdén y aires etílicos.

Me hubiera gusta estar cerca cuando los pobres empleados de la recogida se pasaran por este montón destrozado de bolsas y desperdicios. Conocidos los japoneses por su indolencia y siempre tener las riendas de sus pasiones, ¿qué estoicas palabras habrán pronunciado?

martes, 8 de abril de 2008

El "braïlle" callejero

Sin lugar a dudas, Japón es el país de la comodidad en los servicios urbanos. Lo puedes ver a diario en los transportes públicos, pero jamás pensé que lo vería en cualquier acera de la calle, o en el suelo de las pasarelas entre líneas de metro e intercambiadores con el tren.
Hace dos años Pepipo y yo nos fijamos que había unas líneas amarillas en el suelo del metro. Unas baldosas de color amarillo y con dos tipos de relieve: líneas contínuas o puntos. Pensamos que sería una forma de guiar a los ciegos por las líneas de metro, lo cual nos pareció una idea de una sensibilidad y solidaridad genial.
Estos días, al visitar las zonas adyacentes a la estación de Osaki, pude ver las misma líneas en el suelo, de la siguiente forma: de normal la línea longitudinal al suelo tiene un patrón de líneas contínuas, y si hay un cruce, un acceso con rampa o un paso de peatones, cambia al patrón de puntos. Una compañera del piso, al enseñarle esta foto, me confirmó que se trataba de guías para ciegos:



Ante cosas como éstas, ¿cómo podemos dignarnos a mirar a esta gente como desviados, raros o enfermos mentales? Los medios ofrecen una visión muy sesgada de todo, pero tratándose de Japón, las cosas se magnifican hacia lo más casposo. Un país como España, donde los disminuidos físicos sufren para poder moverse o cruzar una acera, a falta de rampas adecuadas para el desplazamiento en sillas de ruedas... y nos atrevemos a criticar. Por favor...
Lo que más extraña a los japoneses es que, cosas tan sencillas y normales para ellos como ésta, nos sorprendan tanto. "¿Es que en España no lo tenéis así?", me preguntó atónita mi compañera de piso...

lunes, 7 de abril de 2008

Quién dijo que Hachiko ha muerto?

En menos de una semana ya he pasado (y paseado) tres veces por Shibuya. No es mi barrio preferido (aún), y las referencias a Hachiko son constantes. ¿Os acordáis de él, ese perrito fiel que esperaba todos los días la llegada de su dueño por la estación de tren de Shibuya, aunque éste ya llevaba muerto hacía mucho? Hace unos meses hablamos sobre la historia de Hachiko (atención al detalle de la oreja izquierda plegada y la derecha tiesa, porque así es como se le identifica).


El cariño que profesan los shibuyenses por este conmovedor chucho es enorme: en cualquier rincón encontramos referencias suyas, sobre todo en servicios públicos como el transporte, la policía o el mantenimiento de parques. Unos ejemplicos ilustraidores:





みんなで、子どもを守ろう!


Todos! Protejamos a nuestros hijos!


Ole, dí que sí! El Hachiko policía (aquí se llama Hachiko-kun, el -kun se lo ponen porque está trabajando y así es más serio, creo) exhortando a la población para que, entre todos, luchen contra la criminalidad por el futuro de la familia. El 110 es el número de teléfono de la policía, nuestro 091.




ハチ公バス
Hachiko Bus

Esta es un minibús una de las líneas del Shibuya community bus Hachiko. A la derecha, arriba un detalle del dibujo de Hachiko junto a la rueda delantera; abajo, un detalle de la señal de parada de la línea 35 de este servicio de autobuses. Qué mono, el perrito.





ハチ公からのお願い

Te lo pide Hachiko...

Claro, hombre, hazle el favor al perrito más querido del barrio, lleva al tuyo con cadena cuando lo saques a pasear y ni se te ocurra dejar sus regalos intestinales en ningún lugar visible.



Como podéis ver, es imposible pasear por Shibuya sin encontrar constantes referencias a Hachiko, el necrófilo (que no necrofílico) perro fiel.

domingo, 6 de abril de 2008

Destruyendo mitos

Llevo tan sólo cuatro días en suelo tokiota y ya me he dado de narices con opiniones y axiomas que había leído en textos acerca de los japoneses, que se convierten en falacias al llegar aquí y conocer la realidad de cerca. Intentaré enumerar algunos de los que me acuerde ahora:
  • Japón es un país muy caro. Meeeek! FALSO. Japón es un pais más barato (pero mucho más) que España. La vivienda en Tokio está a precios levemente inferiores a Madrid y Barcelona. Ponerte como el quico es muy barato (y comida rica rica, con fundamento), y los servicios de transporte del metro y cercanías tienen la pega de incrementar su precio de forma radial (cuanto más te alejas del origen, gradualmente más caro), pero el gradiente es pequeño. Los takis no son caros, que a alguien le ha dado por decir que los taxis en Tokio son caros y todos se lo creen. ¡Nos ha jodido, retrasado mental, si coges el taxi desde el aeropuerto, que está en otra provincia...! ¡Coge un taxi en Toledo y vete a Madrid, a ver si es caro o no, imbécil! Bueno, tan pronto como esté preparado Parco Molo os podré demostrar este primer punto, que me tiene ya muy quemado.
  • Los tokiotas no fuman en la calle, tan sólo lo hacen en las zonas habilitadas. Meeeek! FALSO. Es cierto que en la mayoría de las calles ves prohibiciones de fumar en la calle, lo cual es de agradecer para los antitabaco exhacerbados como yo (que fuman, no obstante, en cachimba en la intimidad). Pero siempre hay chulos y chulas que se saltan esas normas a la torera. Por eso hay brigadas en bicicleta que van a la busca y captura de nicotineros recalcitrantes.

  • Los japoneses no se suenan las narices o estornudan en público, porque es de mala educación. Bueeeee, más falso que un billete de 1500 yenes. Los he visto sonándose en los vagones del metro y en los restaurantes delante de la misma comida (que eso me parece horripilante hasta a mí!). Y no es cosa de hombres, de hecho sólo he visto hacerlo a mujeres jóvenes. También se entiende que, en estas fechas, los niveles de polen se salen de la gráfica y uno de cada tres o cuatro nipones va con una mascarilla. Pero lo alérgico no quita lo cortés.
  • Los japoneses son muy tímidos con los extranjeros. Bueno, esto es cierto pero con matices. No es que sean tímidos, es que muchos de ellos tienen el mismo nivel de inglés que los de la Batalla del Chaparral, y parten del principio de que no les vas a entender. Si sabes cuatro (no más) palabrejas chaparreadas en japonés, se esfuerzan por ayudarte e incluso se sienten muy conmovidos por tus esfuerzos en mutilar su idioma. De hecho, yo ya he hecho algunos amigos en un bareto cercano donde ponen buena comida y barata: sueltas dos palabrejas y es como los donettes, te salen amigos por todas partes.
  • Con lo contaminada que está Tokio, mucha gente va con mascarilla. Alaaa, lo que ha dichooo, a la profe vas! Sí, Tokio es una ciudad muy contaminada, pero menos que Madrid, por ejemplo (en proporción a tamaño y densidad). En esta época del año, la mayoría de la gente que usa máscara es porque son alérgicos al polen, que hay mazo. Pero de normal, los que usan máscara es porque están resfriados o alguna otra enfermedad contagiosa por vías respiratorias, y no quieren fastidiar al personal. Mira tú qué majos.
Si queréis rebatir algo, para eso están los comentarios. Mis fuentes son personas nativas a las que he preguntado (que también me han podido engañar) y mi breve experiencia personal. Nada más.

sábado, 5 de abril de 2008

Mi [primer] o-hanami

Uno de los motivos de llegar a Tokio en esta época del año era el poder ver de cerca la celebración del o-hanami (お花見), cuando los sakura (桜, cerezos japoneses) están tan floridos que todo se pinta de rosa pálido. Ir por las calles es encontrarlas perdidas de pétalos de estas flores, y como corra un poco de viento es como si estuviera nevando. Una pasada.

Ayer fui al parque Yoyogi (代々木公園, entre los barrios de Shibuya 渋谷区 y Shinjuku 新宿区) y ya había bastante gente celebrando el o-hanami, pero de una forma muy distinta a la de hoy. El ambiente era muy tranquilo: familias con sus niños haciendo un sosegado pic-nic bajo las copas de los sakura, que reaccionaban involuntarios a las pequeñas sacudidas del viento con una verdadera nevada de pétalos, lo que se llama sakura fubuki 桜吹雪. Un ambiente muy bucólico bajo un sol radiante que invitaba a sentarse y escuchar a alguno de los grupos aficionados que tocan en este parque. Despues pude ver el Palacio Imperial, y era alucinante: hasta el foso de agua que lo rodea estaba rosa de los pétalos caidos.

A la vista del plan, me propuse por todos los medios vivir un hanami de la forma que fuera, solo o parasitando algún grupo de amiguetes o alguna familia, lloviera o hiciera sol, frío o calor. Así que hoy me levanté temprano y en la estación de Ebisu (恵比寿駅) compré un o-bentō con sushi y otras delicias. A partir de ahí, y como me gusta más andar que ver la ciudad a velocidades de vértigo en un tren, me dirigí hasta el mismo parque siguendo la línea Yamanote (山手線).

Una vez en el parque, me fije en que el plan del sábado es muy diferente del plan del viernes: aquello era un macrobotellón en toda regla, aunque menos guarro y con cosas para comer. Las pandas de amiguetes plantaban sus esteras en el suelo, sacaban las botellas de todo tipo de alcohol y a beber como cosacos. Eso me abrió las posibilidades de acercarme a un grupito que estuviera animado y sugerirles la idea de unirme a ellos. Esto me costó mucho, porque para según qué cosas soy de lo más cortado.

Tras dar unas cuantas vueltas mirando el panorama, me decidí por un grupillo de siete amigos, chicos y chicas un poco más jóvenes que yo. Me fui hasta ellos y les conté que acababa de llegar de España y nunca había visto nada igual (aunque un botellón es un botellón, para qué engañarnos...), y que si no les importaba que me uniera a ellos. Aunque dudaron unos segundos, argumentando que iban a ser muchísimos y no íbamos a caber, uno que parecía llevar la voz cantante dijo: "¡Pues nos apretamos un poco más y ya está! Bienvenido!!". Todos secundaron su opinión y ahí comenzó mi aventura de hoy.

Estos amigos eran mucho más jóvenes de lo que pensaba, la mayoría tenía 21 años. Como se sorprendieron de que yo tuviera 31 (me echaban 24 ó 25), me dijeron: "Si alguno más te pregunta, di que tienes 21, porque si no podríamos causar algo de tensión". Al principio no lo entendí, pero no carece de lógica: hay mucha gente que, dentro de un grupo de la misma edad, si ve a alguien mucho más mayor, se incomoda. A mí me pasa a veces... Les pareció divertido que mintiera a los demás, mientras ellos sabían la verdad: era como un juego.

A partir de ese momento, no dejé de hablar, beber, reirme, jugar y hacerme fotos con todos los que allí estaban y con los que iban llegando: nos presentábamos y hablábamos un poco de nosotros mismos. Ha sido una de las experiencias más divertidas y educativas de mi vida, intenté no dejar de hablar en japonés en todo momento, aunque a veces tuve que tirar del inglés. Incluso uno de ellos, de mote Boozu (por su corte de pelo a lo monje budista), me preguntó si no me dolía la cabeza de hablar en japonés. Mi esfuerzo por hacerme entender en su lengua les conmovió y se volcaron por ayudarme y explicarme más cosas sobre el japonés. Este mismo chico, con el que acabé haciendo muy buenas migas, me indicó que tuviera cuidado con mis cosas, porque en Japón también hay bastantes chorizos, y en los hanami se solían cebar.

Entre juegos, chistes y borrachera, se fue haciendo de noche, y algunos iban ya muy pedo, mientras otros se iban marchando. De vez en cuando alguno se iba a los aseos a cambiar de aguas. Cuando empezó a hacer frío decidí ponerme las zapatillas, ya que para entrar en la estera te tenías que descalzar, como cuando entras en casa. Y yo, que no había dejado de quitarle el ojo a la mochila donde estaba mi dinero, mi cámara y mis documentos, descuidé mis zapatillas. ¡No estaban! Los demás, que se dieron cuenta de mi preocupación buscando el calzado, comenzaron a buscarlas también entre las bolsas de desperdicios acumuladas al lado y la ropa tirada por el suelo. Hasta que alguién pensó que otro de ellos, que iba superpedo y había ido al meadero, se las podría haber puesto por confusión. Aquello parecía un comando: comenzaron a movilizarse, haciendo llamadas al móvil para encontrar al susodicho y buscándolo en los aseos.

Diez minutos más tarde apareció, con un pedal de fliparlo, y con mis zapatillas puestas. Tardaron cero en tumbarlo en el suelo y sacárselas, casi como la policía de Atlanta con un vagabundo negro. ¡Hasta a mí me dió pena! Me sentía tan mal que no encontraba palabras para mostrarles mi agradecimiento y mis disculpas por haberse visto forzados a aquella movilización. Aquello me había dejado de piedra.

La hora de la despedida fue lo más doloroso: abrazos, gritos de exaltación de la amistad, promesas de reencuentro en nuestros respectivos paises que dudo que alguna vez se realicen y alguna que otra lagrimita. Es lo que tiene el alcohol: si hay buena voluntad, lima las timideces y te pone a flor de piel.

Lo que el alcohol no conseguirá nunca es que yo olvide este día. Jamás me había sentido así, tan próximo a gente que no conocía de nada y que se portaran conmigo como uno más. En ningún momento me sentí extraño. Mi pais es España, pero mi alma ha sido, por esta tarde al menos, japonesa.

martes, 1 de abril de 2008

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Qué os parece? No me lo he currado mucho, lo ha hecho en menos de 10 minutos, pero como cojo el avión en escasos instantes, me he sentido en la obligación de hacerlo rápido.

Tampoco está tan mal...