Uno de esos estúpidos e inmerecidos orgullos que uno siente cada vez más, haber nacido embebido en la revolución musical de los 80. Y como de vez en cuando hay que acercarse al McDonalds como referente para a posteriori saber lo que es la buena comida en cualquier otro sitio, aquí tenemos el equivalente musical. Coreografías sencillas, melodías curradas y letras profundas que llegan a lo más hondo de la psyche, así que cuidadín.
No sé si es algo de lo cual sentirnos orgullosos, por lo innovador del modelo, avergonzados por el resultado en sí mismo, o simplemente dejarlo correr.
Con esos colores, siempre podrían jugar una partida de parchís.
No sé si es algo de lo cual sentirnos orgullosos, por lo innovador del modelo, avergonzados por el resultado en sí mismo, o simplemente dejarlo correr.
Con esos colores, siempre podrían jugar una partida de parchís.
El vídeo promocional:
¡Juaaaaa!
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