jueves, 26 de abril de 2007

Hablemos de las condiciones, colóquese estos electrodos

Recientemente hallé la página de una empresa que proporciona dispositivos y personal cualificado relacionados con los polígrafos, destinados a empresas, dentro del entorno de Madrid y Barcelona. Entre las aplicaciones que se les sugiere se encuentran las relacionadas con robo, fraude, confianza del personal, control de comportamiento, reclamación de daños, acoso-abuso sexual y selección de personal. Olé ahí.
Imaginad que vais a hacer una entrevista de trabajo, se os presenta el entrevistador y un señor calvo muy serio al lado os solicita que os desabrochéis un poco la camisa para colocaros unos electrodos. ¿Estaríais dispuestos? Alguien me comentó que sí, siempre y cuando al entrevistador también se le conectara a otra máquina.
Seamos serios: una empresa puede perder mucho dinero si contrata a un gañán al que, cuando le preguntan si sabe programar servlets (por poner un ejemplo), dice que él los inventó. En muchos entornos se realizan pruebas de selección, pero no en todos. Tened en cuenta que, cuanto más crítica es una tarea, menos personal cualificado hay disponible (ahí debe haber un feedback casi erótico), y también más farsante dispuesto a llevarse el pastón por todo el morro. Nacemos en el Mediterráneo, va en nuestros genes ser unos embusteros deshonestos (¿recordáis la paradoja del cretense Epiménides?), y si el seleccionador se la juega y contrata a uno de estos impostores, éste echa tentáculos en el puesto, a ver quién es el valiente que le despega.
Me parece muy triste que hayamos llegado a este límite: empresas que te venden la verdad de tu propio personal de trabajo. Sin embargo, no es sorprendente y hasta alberga su lógica: si hay dinero por medio, se hará todo lo que sea reprochable desde una óptica moral siempre que sea legal. Un entrevistador os puede soltar preguntas indirectas y tan sólo observar que, aunque no respondáis, os habéis puesto nerviosos, o incluso obtener así información privada o íntima. De todas formas, el polígrafo no es demasiado fiable: algunas personas poseen un autocontrol severo o se conciencian tanto de que una mentira es cierta, que son capaces de engañarlo. ¿Para cuándo inyecciones del veritaserum?
Si esto se populariza, llegará un momento en el que tener una cámara que controle todos los movimientos de nuestro cubículo o una tarjeta para las veces que nos ausentamos al aseo será algo más que aceptado. Os recomiendo que le echéis un vistazo a Mil novecientos ochenta y cuatro, de George Orwell. No estamos tan lejos de esto.

"Greg, ¿has visto películas porno?"

martes, 24 de abril de 2007

Si en Japón conocen a Marisol, ¿por qué en España no conocemos a Noriko Sakai?

Ayer encontré este vinilo subastado en Ebay:

¿Quién se iba a imaginar que esta niña llegaría tan lejos, concretamente hasta el Lejano Oriente? A ver si se cree Julio Salinas que él fue un pionero... Por cierto, la puja acaba antes de fin de mes.

domingo, 22 de abril de 2007

Carteles japos wapos

Seguimos con las prohibiciones de aparcamiento


無断駐車禁止!
¡Prohibido aparcar sin permiso!
無断の時
Veces [que se haya aparcado] sin permiso:
1回目 ボコ
Primera vez Bollo
2回目 ボコボコ
Segunda vez Dos bollos
3回目 廃車
Tercera vez Al desguace

¡Así se hace, con contundencia! Fuera tonterías. Barracus estaría emocionado.

Diga patata

Estos de Disney... desde Pocahontas se perdió la inocencia.

viernes, 20 de abril de 2007

Premios Ig Nobel: investigar chorradas también tiene su premio

Vivimos en un mundo en el que impera el principio de 'panem et circus', en el que se da prioridad al entretenimiento sobre el progreso y el desarrollo tecnológico, aunque muchos piensen que van cogidos de la mano. Qué mejor forma de verlo que lo siguiente: fijaos tan sólo en la expectación que cada año levantan los Premios de la Academia de las Artes y las Ciencias Cinematográficas, vulgo Oscars. ¿No deberían ser equiparables, o inferiores, a los Premios Nobel? Es obvio que el cine americano es menos arte y más espectáculo... pero la gente debería rebelarse sobre sí misma y preocuparse sobre quién ha hecho qué porque el desarrollo humano siga adelante... o hacia atrás. Porque la ciencia puede ser espectáculo, sin dejar de ser ciencia y poder llegar a tomarla en serio... tras unos litros de alcohol.
Hace poco me enteré de que, en paralelo con los premios Nobel, desde hace unos quince años se establecieron los premios "Ig Nobel", donde se revelan las investigaciones más ridículas e hilarantes. Tenéis en la wikipedia (como no) una lista completa de los premios dados. Algunos de los que más han llamado mi atención han sido:
  • 2005, Economía: Gauri Nanda, por inventar un reloj despertador que se mueve y se esconde.
  • 1992, Medicina: A F. Kanda, E. Yagi, M. Fukuda, K. Nakajima, T. Ohta y O. Nakata, del Shisedo Research Center de Yokohama, por su estudio "Elucidación de los compuestos químicos responsables del mal olor de los pies" y en particular por su conclusión de que "a la gente que cree que le huelen mal los pies, ciertamente le huelen mal, y a los que creen que no, no".
  • 2006, Medicina: Francis M. Fesmire, por su informe "Interrupción del hipo con un masaje rectal dactilar"
  • 1996, Biología: A Anders Barheim y Hogne Sandvik, de la Universidad de Bergen, por su informe "Efecto de la cerveza, el ajo y la nata agria sobre el apetito de las sanguijuelas"
  • 1997, Meteorología: A Bernard Vonnegut, de la Universidad Estatal de Albany, por su informe "El cacareo de los pollos como medida de la velocidad del viento durante un tornado"
Y hay muchos, muchos más... ¿Será por esto que el presupuesto del Estado en I+D es tan escaso? ¿Pensarán que nos dedicaremos a hacer investigaciones tan ridículas como éstas?

jueves, 19 de abril de 2007

"El MataDora", el Doraemon español

El fin de semana pasado fui invitado a participar en las "Jornadas de Anime de Altea" que, conducido por el "Grupo Okaeri", ya va por la séptima edición.
Al igual que en anteriores ocasiones, siempre propongo un tema que se escapa del campo de interés "otaku". La primera vez fue una exposición sobre la "Restauración Meiji" (la época más turbulenta dentro de la interesantísima historia japonesa), el año siguiente di una charla sobre cómo aprender japonés de forma autodidacta. El año pasado no pude participar, aunque les eché una mano con la exposición que organizaron sobre "JMusic" (reconozco que me dolió no poder darla personalmente, pero según me contaron tuvo mucho éxito y me alegro de ello). Este año les hablé sobre "dorama", dando algunos ejemplos de las series más conocidas y mis impresiones. Quizá comience a mencionar alguna en Pepe...
En la ronda de preguntas, un lechón otaku me preguntó si existía un Dorama sobre Doraemon. No sé si el muy graciosillo pretendía hacer un juego de palabras, pero ignoré aquello y le contesté con normalidad que no creía que eso fuera posible. Sin embargo, me acordé de "El MataDora", el Doraemon español, y lo mencioné, pensando que todos lo conocerían. Grande fue mi sorpresa ante el desconocimiento del personal.
"The Doraemons" (ザ☆ドラえもんズ) es una serie de manga secuela de Doraemon, donde los protagonistas de ésta última, Nobita y Doraemon, participan en un sinfín de aventuras por diferentes lugares en compañía de otros "doraemon" del mundo entero. Hay un doraemon cowboy, Dora the Kid (ドラ・ザ・キッド ), un doraemon ruso, Doranikov (ドラニコフ), un doraemon chino, WangDora (王ドラ), un doraemon árabe, Doramed III (ドラメッドⅢ世), un doraemon brasileño, Dorarinho (ドラリーニョ) y... sí señor, un doraemon español: El MataDora (エル・マタドーラ).
El MataDora es una especie de parodia de "El Zorro". De hecho, éste bicho hace una marca de "D" con la espada sobre sus oponentes. Su sueño es convertirse en torero (de hecho, lleva cuernos y usa un capote y un estoque como armas), y vive en un pueblo español del siglo XVII, Doracelona (fijaos en el parecido con Barcelona). Le encanta dormir la siesta y los dorayaki (ese bollo que siempre come Doaremon, del que el bollicao dokio es una copia barata) con aceite de oliva. Vamos, un compendio de tópicos. Al menos lo han situado hace trescientos años, porque perfectamente podrían haberlo contemporizado y se hubieran quedado tan anchos. Podrían haber elegido un doraemon francés, italiano, alemán o inglés... ¡hasta argentino, que están por doquier! Al menos se han fijado en un español como modelo de justicia, pasión y defensa de los oprimidos. Vamos, lo que pretende Zapatero, pero este gato lo hace con gracia y le sale bien. Aunque ambos sean ficción...

Si no os gustan estos tópicos que nos identifican fuera de nuestras fronteras, creedme cuando os digo que cada vez que pensáis que en Japón todos son samurais y geishas, aparece un nuevo fan de "El MataDora", estableciéndose como modelo de España.

martes, 17 de abril de 2007

El respeto en el Metro, todo un lujo

Tras un merecido mes de descanso, volvemos a la carga con las pilas de nuevo llenas. Y me gustaría comenzar compartiendo con vosotros mi opinión acerca de un comportamiento que vengo observando desde hace poco en los coches del Metro.

No deja de llamar mi atención el hecho reciente de que, desde la popularización de los móviles con reproductores de MP3, se ha puesto de moda el que los usuarios poseedores de uno de estos dispositivos nos deleiten con sus mejores hits dentro de los vagones del metro. No es que me quiera poner quisquilloso, pero resulta harto difícil dedicar una absoluta concentración a mis lecturas (a las que por desgracia sólo les puedo conceder esa hora escasa de atención al día) cuando un chavalito pone a toda mecha (a toda la que el dispositivo le permite) un reggaeton horrendo y machacón, a veces acompañado con su propia voz. Yo respeto los gustos musicales de cualquiera, pero de la misma forma reclamo que se respete mi derecho a no sufrirlo. ¿Qué diferencia hay entre esta situación y otra en la alguien que encendiera un cigarro, me echara todo el humo a la cara?

¡Cuán diferente del metro tokiota! El respeto por el silencio es primordial por aquellas longitudes. Los ciudadanos usuarios del metro en Japón que no están durmiendo durante los trayectos, están inmersos en sus lecturas privadas o mandando mensajes por el móvil. Eso sí, en completo silencio: ni el ruido de las pulsaciones se debe poder escuchar. Como anécdota os contaré que, en una ocasión, a un usuario del metro en Tokyo que se sentaba cerca mío se le olvidó apagar su móvil y comenzó a sonar, a un volumen más bien bajo: decenas de miradas castigadoras se dirijieron hacia él. Como conducido por un reflejo, lo tomó y le dijo su interlocutor en voz muy baja: "Ahora estoy en el metro y no puedo hablar". Sin esperar respuesta, lo apagó, hizo una pequeña reverencia pidiendo disculpas y volvió a guardarlo.

No deseo que este comportamiento nos sirva de modelo, ya que lo considero obsesivo. Pero no debemos confundir la libertad de la que disfrutamos en los servicios públicos con la intolerancia y la falta de respeto hacia los demás. Y en este país de chiste lo hacemos sin parar.