jueves, 19 de octubre de 2006

Post-viaje a Japón (VIII): esta vez me quedo el omikuji!

Muchos de nosotros decimos que no creemos en horóscopos. De hecho, personalmente tengo el absoluto convencimiento de que, a la hora del nacimiento, hay aspectos más influyentes sobre tu futura personalidad que las posiciones de los astros. El estampado de la bata que la matrona lleve puesta en ese momento, por ejemplo. No obstante, siempre los leemos por curiosidad, y cuando se vaticina un futuro prometedor, nos hace ilusión. Aunque nunca creamos, deseamos creer, o al menos que nos digan que las cosas nos irán fetén. Pero los pronósticos que me dijeron en Japón se me cumplen...
El año pasado, durante mi semanita en Osaka, realicé un acto muy nipón: acceder a un omikuji (御神籤、おみくじ), que es como un vaticinio con validez anual que se realiza cerca de los templos, así que los japoneses acostumbrar a hacerlo el día de año nuevo. El procedimiento es el siguiente: junto a unos cajones numerados hay una especie de prismas (los que he visto yo eran de base hexagonal) de madera o metal, huecos y llenos de varillas con un número. Por un agujero puede salir una varilla: como los botes de mondadientes, pero a lo grande. Previo pago de 100 yenes, se agita el bote y se saca una varilla. El número de la varilla es el del cajón que debes abrir, donde está el papel con elpronóstico para todo el año. Si te gusta mucho te lo puedes quedar, pero lo normal es atarlo en unas cuerdas que hay cerca o en las ramas de los árboles próximos.
El año pasado tuve un mal presagio en mi omikuji: iba a pasar dificultades, sobre todo económicas. Recuerdo una frase que se repitió durante el resto de mi estancia, mofa de mis amigas: "te volverás pobre en los viajes"... por desgraciada se cumplió. No me gustó nada, así que lo até en las cuerdas. De hecho, ese año sufrí grandes dificultades, por las que me ví forzado a moverme a Madrid, y seguir con mayores dificultades en todos los aspectos de mi vida.
Esta vez la cosa ha cambiado. Pedí un omikuji en Amanohashidate y se me pronosticó un futuro óptimo. Desafiando un poco la fiabilidad de los omikuji, a los pocos días pedí otro en Asakusa, y el resultado fue prácticamente el mismo. Casualidades que me van a alegrar la vida durante unos meses y dibujarme una sonrisa cada vez que los vea. De momento, el futuro pinta oros.

1 comentario:

  1. Si,es cierto, aunque no creas en los horóscopos siempre acabas mirándolos si los tienes a tu disposición ( en revista, periódico o similar). La curiosidad y la esperanza de que las cosas mejoren..tienen mucho que ver en eso.

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