A estas alturas tiene poco sentido hablar de los tres meses que pasé viviendo en Tokio, más considerando que estoy a menos de un mes de realizar mi cuarto viaje a Japón (sí, cuarto, ¿qué pasa? incluso Colón hizo cuatro viajes a América y la acababa de descubrir). Pero debo ambientarme en un contexto temporal para comentar el libro que hallé en una de mis pesquisas por el estupendo barrio de Kanda-Jimbochô (神田-神保町), del que ya he hablado en otras ocasiones (por ejemplo, en mi caminata masoquista).
En Jimbochô hay muchas librerías antiguas y de libros de segunda mano, muy baratos. Yo siempre voy buscando libros viejos donde se explique algo acerca de la lengua, así voy viendo cómo ha ido evolucionando, qué expresiones se usaban antes y que ya han caido en desuso (死語, "shigo", literalmente "lengua muerta"). Con este propósito en mente me encontré con un libro editado en 1981 en el que explica el origen de palabras, locuciones populares, neologismos, barbarismos o incluso el correcto uso del registro cortés -sublimación del lenguaje formal-, un libro de más de trescientas páginas en un estado aceptable, con ese color marfil y ese aroma a celulosa vieja que confiere a estos volúmenes un aire de rancia nobleza. Por tan sólo doscientos yenes (poco más de un euro y medio al cambio actual, cuando lo compré incluso mucho menos).
Me encantan los libros de los que puedes aprender algo con tan sólo unas líneas de lectura (esos libros que todos nos llevamos al tigre). Y este libro es uno de ellos. Hace mucho que no lo ojeo, pero aún me acuerdo del origen de expresiones como "ichika bachika" (algo así como "jugarse el todo por el todo", "jugárselo a una sola carta") o que cuando alguien engordaba muchísimo de golpe se decía "komanechiru" (de Nadia Comăneci, la famosa gimnasta olímpica rumana, que se puso ternasca poco antes de retirarse), y algunas otras. En una ocasión lo llevé a la Tôdai y estuve discutiendo con mis amigas estudiantes de español acerca de cómo evolucionan los idiomas a pasos de gigante: más de la mitad de las expresiones que venían indicadas como "modernas" les eran desconocidas o ya nadie las pronunciaba por estar pasadas de moda.
¿Comprendéis el porqué de su valor? Un libro así no es ni más ni menos que un testigo de una época relativamente reciente, pero con un gustillo a pasado lo suficiente como para llamarlo viejo o antiguo. Este libro lo conservo como un tesoro: en Tokio lo usaba como lectura de vagón, ahora ni se me ocurre meterlo en la mochila. Ha pasado a formar parte de mi biblioteca especial, una selección muy personal de libros a los que nunca pierdo de vista.
Espero poder usarlo como fuente para futuros posts.
Me gusta, que recuperes esta página.
ResponderEliminarNo creo que por aquí tengamos algo parecido.
ResponderEliminarAunque no hay mas que ver los programas de la tele de los 80´s para ver como se hablaba en esa época.
Jerobledo> gracias, Bro!
ResponderEliminarAhlomogabar> Aquí hasta se republican los libros de texto del Franquismo. Mmm, espera... "Republicar", "Franquismo"... aquí hay dos cosas que no me cuadran bien