Una de las primeras cosas de las que te percatas al pisar suelo japonés, si eres observador, es de la falta de uniformidad en los iconos y señales típicos de prohibiciones o advertencias. Y en muchas ocasiones se evitan las frases típicas, super-imperativas, las que mandan los cánones de la prohibición. Acostumbrados a la normativa occidental ortodoxa, encontrarnos siempre el mismo dibujo para prohibir fumar, para advertir acerca de que se cierren las puertas a la señal del metro, para no pisar el césped, para no franquear la puerta si no perteneces al staff... no deja de ser llamativo, y hasta integrante de una forma de arte, un poco pop, un poco subcultura.
Es inevitable fijarse en la creatividad que se derrocha en aquellas longitudes. Y es mucho más lógico, ya que la ruptura de esta continuidad es precisamente lo que llama nuestra atención, más teniendo en cuenta lo saturante que puede llegar a convertirse para nuestros sentidos un paseo por una urbe japonesa. Tanto que al regreso de mi segundo viaje a Japón, Madrid se me antojó triste y aburrida.
黒かりんとうだと
思って子供が
食べちゃうぞ!
思って子供が
食べちゃうぞ!
Los niños que piensen que
se trata de un karintô negro
se lo acabarán comiendo!
se trata de un karintô negro
se lo acabarán comiendo!
Ahí va un argumento de peso, sí señor. Un karintô (花林糖, かりんとう) es un dulce de color marrón oscuro y con pinta de zurullito de origen canino, hecho básicamente de harina y azúcar moreno. Algo así como un churro de chocolate, pero sin chocolate.
Mmm, en mi pueblo hay muchas cabras y tras su paso dejan el suelo sembrado de conguitos. Me sé de alguno que ha acabado cayendo y disfrutando de una delicatessen digna de Mr. Bassi. Pero nunca he visto ni el más mínimo letrero, y me parece perfecto. ¿Dónde estaría el límite? Aparte, ¿es que los japoneses tardan una adolescencia en desarrollar el sentido del olfato?
Como un día nos pongamos a hacer una recopilación de letreros de los de "recoja la caca de su perro", me cargo el ancho de Blogger en subidas. Porque eso sí que sería una galería de fotos...
Mmm, en mi pueblo hay muchas cabras y tras su paso dejan el suelo sembrado de conguitos. Me sé de alguno que ha acabado cayendo y disfrutando de una delicatessen digna de Mr. Bassi. Pero nunca he visto ni el más mínimo letrero, y me parece perfecto. ¿Dónde estaría el límite? Aparte, ¿es que los japoneses tardan una adolescencia en desarrollar el sentido del olfato?
Como un día nos pongamos a hacer una recopilación de letreros de los de "recoja la caca de su perro", me cargo el ancho de Blogger en subidas. Porque eso sí que sería una galería de fotos...
mmmmh, bonito palabro, Karinto, para definir al señor mojón, ahora bien, me da a mi que la advertencia es para a quellos nenes que declaren en su defensa, que eso del suelo, no lo ha expulsado su can por el esfinter sino que es un karinto, pues disfrutalo majo!!!!.
ResponderEliminarpor cierto Oaby, te envie un mail, no se si la dirección era la correcta, espero que te haya llegado
Je, con esas pintas tan apetecibles...cualquiera puede confundirse jeje
ResponderEliminarPues aún tengo pendiente con el Pelao el tema del moco de Buda...
ResponderEliminarEs genial!. Con esos carteles no me extraña que Madrid se te antojara triste a la vuelta. Entre la falta de luces, de carteles y de otakus...
ResponderEliminartio, el verano te sienta muy bien, sigues en plena forma y con continuidad apabullante! venga, venga, a vender el blog!
ResponderEliminarpor cierto, cualquier dia de estos kedamos para tomar unos karintos de verano, vale? conozco un par de parquecitos donde salen churruscaitos de madre....
Burbu> Luces y carteles a manta. Otakus no tantos, excepto en Akihabara, que aquello es el paraíso para ellos.
ResponderEliminarPelao> El moco de Buda se va a estropear tio, hay que comerlo ya
tio, criogeniza joder que tu sabes de eso! cuanto tiempo le queda exactamente? por cierto, atento a culohierro...
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