
Durante mi primer viaje a Japón, paseando por Kyoto (preciosa ciudad) vi al pie de un semáforo uno de esos "reposa-revistas" metálico con publicaciones gratuitas. Como me encanta arramplar con todo lo que tenga algo escrito, cogí un ejemplar de una pequeña revista mensual de bolsillo. Se llamaba Fooco (フーコ), y tras hojearla un poco, vi que tenía cupones de tiendas, restaurantes, bares, clubs... con entrevistas a chicas que trabajaban en estos locales, y yo pensé que era para atraer clientela. Con lo salidos que están, no me extrañaría nada que usasen fotos de las empleadas más monas para conseguir que la gente acudiera.
Cuando mi amiga Clavel vió que había cogido esta revista, se rió y me dijo que aquélla era una revista para chicas. Me pareció extraño, ya que no entendía por qué los chicos no podían leerla. Ante mi cara de interrogante, prosiguió: "Sí, es una revista para chicas que buscan trabajo... arubaito". Arubaito (del alemán arbeit) significa "trabajo temporal" en japonés (lo que equivale a "¿quiere patatas grandes con su hamburguesa?" en España), y según Clavel, esa revista servía para chicas que buscaban trabajo. Una lectura más profunda ayudó a nitigar mi incredulidad, y no pude evitar sentirme impresionado y turbado.
En esta revista se ofrecen trabajos que generalmente nadie en España querría buscar, sobre todo relacionados con la industria erótica o, sin paños calientes, pornográfica. Las primeras páginas explican los códigos de colores de los anuncios posteriores: saunas, damas de compañía, masajes, clubs de masturbación (onakura, que se llaman en japonés, donde la empleada te echa una mano... nunca mejor dicho), sadomaso... Pero todo relatado con una asepsia, naturalidad y carencia de pudor digna de envidia. Y las entrevistas eran a chicas que, gracias la revista, habían hallado trabajo y relataban su "maravillosa" experiencia, animando a otras a seguir su ejemplo. Algunas de las entrevistas incluian una foto, pero muchas de las chicas tapan su rostro o piden que, en su lugar, se ponga un dibujo de una chica mona que se le parezca (o no, vete tú a saber).
Al año siguiente busqué la Fooco y cogí otro ejemplar. Me parece tan curiosa y amena que quiero que se convierta en un rito.
Dios, cuánto mal nos ha hecho la religión y aquello que se categoriza de sucio, feo o indecente... Si nadie es humillado o dañado y todos somos adultos, ¿a quién le importa? ¿Por qué me llaman guarro cuando me seducen unas bonitas curvas, si me ducho todos los días? ¿Qué hay de malo en sentir deseo sexual? Como decía Ratón (el enclenque de Matrix): "Negar nuestros propios instintos es negar precisamente aquello que nos convierte en humanos".
Cuando mi amiga Clavel vió que había cogido esta revista, se rió y me dijo que aquélla era una revista para chicas. Me pareció extraño, ya que no entendía por qué los chicos no podían leerla. Ante mi cara de interrogante, prosiguió: "Sí, es una revista para chicas que buscan trabajo... arubaito". Arubaito (del alemán arbeit) significa "trabajo temporal" en japonés (lo que equivale a "¿quiere patatas grandes con su hamburguesa?" en España), y según Clavel, esa revista servía para chicas que buscaban trabajo. Una lectura más profunda ayudó a nitigar mi incredulidad, y no pude evitar sentirme impresionado y turbado.
En esta revista se ofrecen trabajos que generalmente nadie en España querría buscar, sobre todo relacionados con la industria erótica o, sin paños calientes, pornográfica. Las primeras páginas explican los códigos de colores de los anuncios posteriores: saunas, damas de compañía, masajes, clubs de masturbación (onakura, que se llaman en japonés, donde la empleada te echa una mano... nunca mejor dicho), sadomaso... Pero todo relatado con una asepsia, naturalidad y carencia de pudor digna de envidia. Y las entrevistas eran a chicas que, gracias la revista, habían hallado trabajo y relataban su "maravillosa" experiencia, animando a otras a seguir su ejemplo. Algunas de las entrevistas incluian una foto, pero muchas de las chicas tapan su rostro o piden que, en su lugar, se ponga un dibujo de una chica mona que se le parezca (o no, vete tú a saber).
Al año siguiente busqué la Fooco y cogí otro ejemplar. Me parece tan curiosa y amena que quiero que se convierta en un rito.
Dios, cuánto mal nos ha hecho la religión y aquello que se categoriza de sucio, feo o indecente... Si nadie es humillado o dañado y todos somos adultos, ¿a quién le importa? ¿Por qué me llaman guarro cuando me seducen unas bonitas curvas, si me ducho todos los días? ¿Qué hay de malo en sentir deseo sexual? Como decía Ratón (el enclenque de Matrix): "Negar nuestros propios instintos es negar precisamente aquello que nos convierte en humanos".